Un día fui a visitar a una señora joven y noté que en la mesa del comedor se encontraba una hoja de árbol marchita y como le tengo la suficiente confianza la tomé con la intención de tirarla a la basura, cuando ya me disponía a hacerlo escuché un grito que me pedía no hacerlo: era la señora que al darse cuenta de lo que pretendía hacer me lo estaba impidiendo.
¿Qué es lo que haces? Me preguntó, yo le expliqué que pretendía tirar a la basura esa hoja seca y marchita.
Ella me pidió que no lo hiciera porque era un regalo que su pequeño y único hijo de 3 años le había obsequiado y me relató la siguiente historia: Esa mañana se le había hecho un poco tarde para recoger a su niño del Kinder y al llegar lo miró sentadito en una banca sosteniendo en su manita algo y cuando el pequeño la vio le regaló una gran sonrisa y le dijo: Mamá te quiero mucho toma ésta flor que corte para ti. Era el primer regalo que le hacía su hijo, así que esa hoja amarilla, marchita y fea –a mi parecer- estaba cargada de un gran significado para ella y yo no lo sabía, era el símbolo del amor de su pequeño.
Muchas veces nos pasa lo mismo que a mí me sucedió, solo vemos lo externo e ignoramos la historia detrás de los acontecimientos. ¿No te ha pasado que al leer un libro de la Biblia o un relato en la Palabra de Dios nos parece un poco absurdo o raro? Puede ser que no lo entendamos porque ignoramos que hay detrás de él. No te quedes con un mal sabor de boca por no entender lo que lees o escuchas, acércate a alguien que conozca un poco más que tú y te garantizo que cuando conozcas lo que hay detrás de cada relato alcanzarás a ver la belleza del mensaje y valorarás el regalo que Dios te está haciendo.
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