El sabio Bayazid cuenta:
–Cuando yo era joven fui revolucionario, y todas mis oraciones eran: ‘Señor, dame la fuerza para cambiar al Mundo’.
Llegué a la mitad de mi vida, y vi que yo no había logrado cambiar a una sola persona. Entonces cambié mi oración, y comencé a decir: ‘Señor, dame la fuerza suficiente para cambiar a quienes me rodean, mis familiares y amigos’.
Ahora que soy viejo y tengo mis días contados, entiendo que fui un necio, y mi oración actual es: ‘Señor, sólo ayúdame a cambiarme a mí mismo. Si esto lo hubiera yo pedido a Dios desde el comienzo, yo no habría desperdiciado neciamente toda mi vida.
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