A. Flew
Dos exploradores descubren en plena selva un espléndido jardín. Uno de ellos comenta:
–Aquí hay sin duda un jardinero.
El otro explorador tiene sus dudas, ya que en el jardín hay uno que otro detalle en desorden. Los dos buscan e investigan. Montan guardia. Ninguna señal aparece del jardinero. Cavan una profunda zanja alrededor del jardín; lo rodean con alambre de púas; registran toda la zona circunvecina utilizando perros.
Del jardinero, absolutamente nada, y el segundo explorador concluye:
–Ya está demostrado: no hay jardinero.
–Nada está demostrado –replica el primero– si el jardinero no fuera un ser humano sino el creador del jardín y de los jardineros y de esta selva, todas tus investigaciones de nada habrían servido, pues en tal caso sería un ser invisible, impalpable e inmaterial.
Mientras sigue la interminable discusión, las flores continúan brotando y embelleciendo este maravilloso Jardín que es nuestro Planeta.